Con la llegada del verano las ensaladas se convierten en un plato frecuente de nuestro menú y, sin duda, la lechuga es uno de sus ingredientes básicos. Su sabor fresco combina con casi todos los componentes de una ensalada.
Aunque existe una gran variedad de especies de lechugas, se cultivan sólo unas cuantas. Conocidas desde la Antigüedad, se consumían después de los banquetes para conciliar mejor el sueño. Hasta el siglo XVI no llegan las variedades acogolladas a Europa donde sólo so conocían las de hoja suelta.
De entre todas la variedades, una de las más habituales es la romana, también conocida como oreja de burro. Tiene un sabor ligeramente amargo, hojas alargadas, crujientes y un color verde intenso. Es muy utilizada en ensaladas de frutas, pavo o pollo.
Las lechugas minirromanas, al igual que los famosos cogollos de Tudela, tienen las hojas más apretadas, idóneas para tomarlas con atún, anchoas, pimiento rojo…
Otra lechuga muy popular es la iceberg, llamada así porque soporta muy bien el frío. Con las hojas pegadas y forma de repollo, crujientes, se suele emplear en ensaldas, sándwiches, hamburguesas…
La lechuga trocadero, de color verde oscuro, se caracteriza por ser achatada y tener hojas tiernas.
Otras muy utilizadas son la hoja de roble, con hojas onduladas de tonos verdes, marrones y a veces rojizos, muy dulce, y la lollo rosso, con un intenso color rojo y un delicado sabor amargo.
Por último, la acogollada batavia, con forma de ramillete y colores verdes y marrones, tiene hojas rizadas y onduladas.
Las lechugas son muy sensibles al paso del tiempo. Hay que fijarse al comprarlas en las hojas , que no presenten grietas y que las hojas sean firmes y tiernas, con colores brillantes. Para conservarlas en casa es mejor meterlas en el cajón de verduras del frigorífico, sin envolverlas ni congelarlas.
Debe lavarse con agua fría y sólo debe cortarse y aderezarse antes de servirla para que conserve su aspecto fresco y crujiente, evitando también que pierda la vitamina C que contiene.
La lechuga, con un 95 de agua en su composición, es ideal para dietas destinadas a perder peso, ya que no tiene grasas ni hidratos. Con un alto contenido en fibra, es rica en minerales como el potasio, sodio, magnesio y calcio. Además, contiene vitaminas B, A, E y C. Es diurética y ayuda contra el colesterol alto al ser una importante fuente de antioxidantes.
 
 

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