Los melones y sandías son la fruta más consumida en verano en España. Y aunque es verdad que ya hace tiempo -demasiado- que se ven en las fruterías y que la temporada se alarga hasta octubre, es ahora, cuando el calor empieza a ponerse serio, cuando más apetecen.
Algo que nos lleva a uno de los clásicos de cada verano: ¿cómo elegir un buen melón o sandía a primera vista? Vale, es verdad que desde que se venden ya cortados o por cuartos el tema se ha simplificado bastante, pero si queremos comprar una pieza entera puede ser una lotería.
Y es que elegir un buen melón parece estar sólo destinado a manos expertas, pero seguramente tendremos muchas más posibilidades de acertar y no acabar comiendo pepino si estamos atentos a unos cuantos detalles.
Desaconsejamos la popular creencia de que hay que hundir ligeramente los dedos en los extremos del melón para saber si está maduro. Esto en las fruterías no tiene mucho sentido porque si antes de nosotros le han dado un buen apretón otras personas la piel quedará blandurria y con una falsa sensación de madurez. Así que para evitar destrozar la fruta y que nos miren mal, mejor no ir dando apretones a los melones en los establecimientos.
El color y las vetas
En el caso del melón verde, aunque depende un poco de la variedad, el color no tiene que ser especialmente intenso. Un melón maduro tiene un color verde más oscuro o apagado. La intensidad del color se puede aplicar a las otras variedades de melón y también a las sandías. En el caso de los melones, la cantidad de vetas o estrías suele indicar que es un melón maduro y de buena calidad.
El peso y forma
Tanto las sandías como los melones tienen que pesar. Es muy sencillo: el peso indica madurez y que está lleno de carne y líquido. Si no pesa, seguramente carecerá de sabor y agua. Si no sabemos si el peso es el adecuado, podemos sujetar unos cuantos del mismo tamaño para comparar. A la cesta siempre el que más pese. Su aspecto, sin deformaciones, golpes o abolladuras también es una buena señal.
El clásico toc toc
No es ninguna tontería, ni un ritual de esos sin demasiado sentido de nuestros mayores. Eso sí, al parecer, este método es aplicable a las sandías no a los melones, aunque mucha gente piense que sirve para todo. La sandía tiene que sonar. Al levantarla con una mano tenemos que darle unos golpecitos con los nudillos como si llamáramos a una puerta. El sonido tiene que ser hueco y contundente.
Melona, en femenino
Puede sorprender, pero los melones tienen sexo y existen melones masculinos y femeninos. Para reconocer un melón femenino tenemos que fijarnos en las vetas, que son circulares alrededor del péndulo y aparecen en mayor cantidad. Las melonas suelen ser más dulces que los melones, así que dependiendo de cómo nos guste, podemos fijarnos en ese detalle para escoger nuestra mejor opción.
La base
Tanto los melones como las sandías suelen tener una zona en la que el color pasa de ser verde a ser amarillo. Es la base donde ha estado apoyado y ha ido madurando. Si el tono amarillo de esta zona es más bien oscuro es un síntoma de madurez; si es amarillo chillón tirando a verde o verde directamente es que aún no ha alcanzado el punto de maduración ideal. Los melones y sandías desprenden un olor dulce, especialmente en la zona del péndulo. Si no huele absolutamente a nada posiblemente estará verde. Por otro lado, si desprende un olor avinagrado es muy probable que ya esté demasiado maduro o incluso pasado.
Fuente: diario «20 minutos»
Fotografía: Emma García
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