«El contexto de la dieta mediterránea es un marco ideal para recuperar los valores de nutrición y de sostenibilidad. Teniendo en cuenta, además, que este modelo de alimentación no es solo qué comemos, sino cómo y con quién». Así lo ha asegurado el doctor José Manuel Moreno, coordinador del Comité de Nutrición de la Asociación Española de Pediatría (AEP), durante el I Congreso Digital de esta sociedad científica. Asimismo, ha añadido que la comida en familia ha demostrado favorecer una mejor nutrición familiar, pero también un mejor desarrollo académico y un entorno familiar más cordial. En este contexto, los pediatras expertos en nutrición han recordado la importancia de la huella de carbono en la alimentación y han apostado por dietas basadas en la variedad, la estacionalidad de los productos y la proximidad por ser «saludables para toda la familia y respetuosas con el medio ambiente».

«El contexto de la dieta mediterránea es un marco ideal para recuperar los valores de nutrición y de sostenibilidad. Teniendo en cuenta, además, que este modelo de alimentación no es solo qué comemos, sino cómo y con quién (José Manuel Moreno).»

Según han explicado durante la mesa de debate titulada Cuestiones candentes en alimentación, «la forma en la que nos alimentamos genera la llamada huella de carbono, es decir, produce emisiones de CO2 y otros gases de efecto invernadero, lo que tiene un impacto directo en el medio ambiente», explica el doctor Moreno. Por eso, recomienda que a la hora de valorar un alimento se haga de forma global, teniendo en cuenta no solo la huella de carbono que genera, sino el valor nutricional que aporta. «Hay que ser rigurosos prescindiendo de algunos alimentos que generan mucho CO2 sin aportar nutrientes. El objetivo del sector alimentario debe ser producir mejores alimentos», recuerda. En su opinión, una de las claves para llevar una alimentación sostenible y respetuosa con el medio ambiente es «variar las fuentes alimentarias y entender que los alimentos forman parte de la cultura».

A este respecto, apunta a la dieta mediterránea como el modelo de la alimentación sostenible, «ya que se caracteriza por el uso de alimento de proximidad como frutas, verduras, legumbres, aceite de oliva, cereal, pescado, acorde a la temporada…», describe. Igualmente recomienda «comprar con la cabeza, cocinar con el corazón y consumir en base a lo que utilizamos». Y es que solo en España el 2019 se tiraron 8 millones de toneladas de comida en 2019, siendo una cuarta parte de esta cantidad comida que ya estaba en el hogar.

«José Manuel Moreno apunta a la dieta mediterránea como el modelo de la alimentación sostenible, ya que se caracteriza por el uso de alimento de proximidad.»

En cuanto a la accesibilidad de las familias a estas recomendaciones, los expertos han subrayado que son las de «rentas bajas la que tienen más dificultades para seguirlas. De hecho, actualmente la pobreza en los países donde hay recursos alimentarios se traduce en obesidad infantil», destaca. Por eso, apuestan por instaurar medidas económicas que favorezcan la alimentación saludable.

El cuidado del medio ambiente es, precisamente, uno de los motivos por los que parte de la sociedad ha optado por seguir una dieta vegetariana. A este respecto, se estima que hasta el 1,5% de la población española podría seguir una alimentación de este estilo. «Desde Pediatría debemos asegurarnos de que los padres conocen los nutrientes que se han de complementar en caso de optar por una dieta vegetariana para sus hijos y así evitar las carencias alimenticias que este tipo de dietas pueden suponer en la infancia y juventud», destaca el doctor Luis Carlos Blesa, miembro del Comité de Nutrición de la AEP.

Comer antes o después de las 15 horas

Otro de los temas que se han analizado ha sido el de la crononutrición, que hace referencia al horario de las comidas, concretamente a que el «cuándo» es tan importante como el «qué» y «cuánto» comemos. «La nutrición es un estímulo externo que actúa sobre el «reloj» del hipotálamo para poner en marcha ritmos circadiano», explica el doctor Juan José Díaz, también del Comité de Nutrición de la AEP. Así, «el organismo aprovecha de forma diferente los nutrientes en función de la hora de la ingesta», señala a la vez que recuerda que la «leche materna» es un ejemplo de crononutrición, ya que la composición de sus nutrientes varía en función de la madre, de la hora de la toma o de la edad del niño.

«El organismo aprovecha de forma diferente los nutrientes en función de la hora de la ingesta (doctor Juan José Díaz).»

En este sentido, el doctor Díaz resume que «las evidencias apuntan a que los momentos de mayor ingesta deberían coincidir con los momentos de mayor luminosidad». De hecho, un estudio realizado con lactantes de 12 meses concluía que aquellos bebés que ingerían el 50% de las calorías entre las 19 y las 7 horas (comedores nocturnos) tenían una ingesta de energía mayor que aquellos que lo hacían entre las 7 de la mañana y las 19 horas (comedores diurnos). Además, los comedores nocturnos tenían mayor riesgo de sobrepeso a los 24 meses. «De momento no tenemos evidencias de que esto signifique mayor riesgo futuro de obesidad, que habría que tener estudios a largo plazo, pero sí demuestra la influencia de la luz en la alimentación», concluyen.

«Hay que ser rigurosos prescindiendo de algunos alimentos que generan mucho CO2 sin aportar nutrientes. El objetivo del sector alimentario debe ser producir mejores alimentos (José Manuel Moreno).»

Ante el debate del impacto en la salud de comer pronto o tarde, algo que afecta directamente sobre los horarios escolares continuos, que imposibilita hacer la comida antes de las 15 horas, los expertos señalan que «nutricionalmente, las evidencias indican que podría ser mejor para el organismo que los niños comieran antes de las 15 horas. Sin embargo, este es solo un aspecto a considerar para tomar decisiones prácticas a este respecto y hay que tener en cuenta otras variables de índole económicas o sociales tales como la conciliación familiar y profesional, igual de importantes». Según han expuesto, un estudio en el que los participantes pretendían perder peso ha concluido que «los que comían antes de las 15 horas perdían peso con más facilidad que los que hacían la comida después de esa hora», y matizan que «el hábito de la sociedad española de comer tarde es actual, porque antes sí había costumbre de almorzar sobre las 12-13 horas».

Por qué es importante comer pescado

Por otro lado, también se ha recordado durante el congreso la relevancia de consumir el pescado durante la edad pediátrica, un alimento que, según los expertos, parece gustar poco a los niños. «El pescado es una buena fuente de nutrientes, ya que aporta proteínas de alto valor biológico, minerales (yodo, hierro, calcio selenio) y vitamina (A y D), y fundamentalmente un micronutriente muy saludable que es el de los AGPI-CL omega-3», afirma al doctor Blesa. Por ello, recuerdan que «eliminarlo de la dieta es un error alimentario que dificulta una alimentación variada». Por el contrario, sí debe tenerse precaución con el consumo de pescados azules de gran tamaño, ya que, por su mayor contenido en mercurio como contaminante ambiental, no está indicado en los menores de 10 años.

En cuanto a su uso, han señalado la importancia de congelarlo «en algún momento antes de que llegue a la mesa de las familias, aunque sea un periodo de tiempo breve, pues así se elimina la posible infestación por un parásito conocido como anisakis» y, sostienen que «consumirlo en crudo o poco cocinado, como es costumbre en la cultura oriental, no aporta beneficio nutricional añadido», concluye el doctor Blesa.

Fuente: diario ABC- Padres e Hijos

Fotografía: Pixabay

https://www.abc.es/familia/padres-hijos

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