Mitos sobre el huevo (II)
El color del huevo influye en su valor nutritivo: los huevos morenos alimentan más que los blancos
En principio, no existe relación entre el color de la cáscara del huevo y los nutrientes que proporciona, por lo que tanto los huevos morenos como los blancos son igual de alimenticios.
La clara del huevo aporta principalmente albúmina, una proteína de alta calidad, mientras que la yema está compuesta fundamentalmente por lípidos o grasas. Aunque el huevo es un alimento que contiene una cantidad importante de colesterol, sus grasas son principalmente insaturadas, y aporta nutrientes importantes como la vitamina A (caroteno, responsable del color anaranjado de la yema), lecitina, ácidos grasos esenciales… por lo que, en el contexto de una dieta equilibrada, es un alimento saludable.
Para saber si un huevo no está fresco hay que ver si flota
Una forma sencilla de comprobar la frescura del huevo es introducirlo en un vaso con agua y sal. Los huevos contienen una pequeña cámara de aire que se va agrandando con el paso del tiempo. Por esta razón, un huevo flota porque tiene mayor cantidad de aire en el interior (como si se tratara de un “flotador”) y, por tanto, tiene más tiempo. Un huevo fresco, por el contrario, tiene una cámara de aire más pequeña, por lo que se quedará en el fondo del vaso.
Otros indicios de la frescura del huevo es que la clara quede recogida alrededor de la yema y ésta no esté aplastada.
Los huevos se conservan mejor a temperatura ambiente
Aunque la legislación vigente actual no obliga a que los huevos de consumo no industrial estén refrigerados (por ese motivo en los establecimientos se mantienen a temperatura ambiente), es aconsejable mantenerlos en refrigeración, ya que se conservan mejor a temperaturas entre los 0-4ºC.
Lavar los huevos elimina la cutícula protectora que los recubre, por lo que se desaconseja conservarlos lavados.
Laura González
Dietista de Gastronomía Baska
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