Pocos “días mundiales de” tienen la importancia del Día Mundial de las Abejas, celebrado el 20 de mayo. Este día mundial está impulsado activamente por Naciones Unidas porque las abejas, al facilitar la polinización, son esenciales para la supervivencia de los ecosistemas.

 

Casi un 90% de las plantas de flor precisan de agentes polinizadores, siendo las abejas el principal. La polinización es también muy importante para los cultivos alimentarios y es imprescindible para la seguridad alimentaria.

 

Proteger las abejas es proteger la biodiversidad. Si bien hay otros polarizadores como mariposas, murciélagos y colibríes, las abejas son absolutamente esenciales e indispensables para la lucha contra el deterioro de los entornos naturales, para el suministro alimentario y para la lucha contra el hambre.

 

Las abejas están amenazadas como consecuencia de la actividad humana. Los pesticidas, los cambios en el uso de la tierra y los monocultivos suponen una amenaza para ellas.

 

Se conocen entre 25 y 30.000 especies de abejas y son, casi en su totalidad, eficaces agentes polinizadores. A mayor abundancia y diversidad de polinizadores, mayor garantía de diversidad y riqueza natural.

 

Más allá de su función, las abejas son unos seres fascinantes. Tienen cinco ojos, tres simples y dos compuestos, y un sentido poderoso en el olfato. Cuando salen de recolección, las abejas visitan entre 50 y 100 flores. La abeja reina, que vive unos siete años, puede poner unos 2500 huevos diarios es sus momentos de mayor producción. Vuelan a unos 25 km por hora y baten las alas 200 veces en un segundo.

 

Son también asombrosamente eficaces en la perspectiva de la organización social. Las colmenas son un prodigio de construcción y organización. Además de ser las productoras de miel, ese alimento tan nutritivo y beneficioso para nuestro organismo.

 

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