Acercándonos a la diabetes
El círculo azul es el símbolo de la Organización de las Naciones Unidas para la diabetes.
Ni arroz, ni plátano, ni pan ni productos dulces. Esto es lo que, probablemente, respondería gran parte de la población si les preguntáramos que tipo de alimentación debe llevar un paciente diabético.
Como veremos, nada más lejos de la realidad, puesto que la alimentación de una persona diabética, (al igual que en las persona sana), ha de estar basada en las recomendaciones de una dieta saludable, como por ejemplo la mediterránea, aunque más controlada y adaptada a las características de cada caso: tipo de diabetes, terapia pautada, estado físico y también otros factores como los gustos personales, horarios, situación familiar y social…
¿Qué es la diabetes?
La diabetes es una afección crónica que se produce cuando nuestro cuerpo pierde la capacidad de producir la cantidad suficiente de insulina o la insulina que se produce no ejerce bien su función.
La insulina es una hormona que se fabrica en el órgano del aparato digestivo llamado páncreas. Entre otras funciones, la insulina permite que la glucosa de los alimentos pase a las células de nuestro organismo, donde se convierte en energía para que puedan funcionar los músculos, tejidos y órganos.
Es decir, una persona con diabetes no consigue utilizar la glucosa adecuadamente, de modo que ésta queda circulando en la sangre (hiperglucemia), lo que puede causar, con el paso del tiempo daños en los tejidos, y a la larga, problemas de salud.
¿Todas las diabetes son iguales?
No. Existen principalmente tres tipos diferentes de diabetes:
-Diabetes tipo I : Por mecanismos que aun no se conocen bien, el sistema de defensas del organismo ataca las células del páncreas que producen la insulina, por lo que el organismo deja de producir la insulina que necesita. Este tipo de diabetes puede afectar a personas de cualquier edad, pero suele aparecer en niños o jóvenes adultos. Las personas con este tipo de diabetes necesitan inyecciones de insulina con el fin de controlar sus niveles de glucosa en sangre.
-Diabetes tipo II: La diabetes tipo II es el tipo más común. Suele aparecer en adultos y personas de edad avanzada. En estos casos, el organismo puede producir insulina pero, o bien la cantidad producida no es suficiente, o bien el organismo no responde a sus efectos, provocando una acumulación de glucosa en la sangre.
Así como en la diabetes tipo I las causas principales se desconocen, en la diabetes tipo II hay factores de riesgo que se asocian claramente a la aparición de esta enfermedad, como son la obesidad, una alimentación inadecuada, la falta de actividad física o la edad avanzada.
En general, en la diabetes tipo II no suele ser necesaria la administración de insulina de forma diaria, aunque sí suele precisar de medicación y de unos cambios de hábitos de vida (dieta saludable y evitar el sedentarismo)
-Diabetes gestacional: Es un tipo de diabetes que está asociada al embarazo, ya que se denomina así cuando la diabetes se diagnostica por primera vez durante la gestación. Aunque suele desaparecer tras el parto, debe mantenerse bajo control para evitar daños en el bebé en desarrollo.
¿Qué complicaciones puede tener la diabetes?
Los niveles elevados de glucosa en sangre y otros factores asociados como la hipercolesterolemia o hipertensión pueden causar algunos problemas de salud, como problemas del corazón y de los vasos sanguíneos, oculares (retinopatías), renales (por el deterioro de pequeños vasos sanguíneos) y nerviosos (neuropatías, pérdidas de sensibilidad…), así como mayor riesgo de padecer infecciones. (p ej: pie diabético)
El control de la glucosa, el seguimiento de las pautas y tratamientos indicados por el médico y una alimentación saludable acompañada de ejercicio físico acorde a la situación personal pueden prevenir en gran medida la aparición de estas complicaciones, mejorando la calidad de vida de la persona diabética.
¿Tiene síntomas la diabetes?
En la diabetes tipo I, en algunos casos pueden presentarse síntomas como el incremento de la sed, del apetito y de las ganas de orinar, cansancio extremo, dificultad para cicatrizar heridas… mientras que la Diabetes tipo II o la Diabetes Gestacional raramente presentan síntomas detectables.
¿Se puede prevenir la diabetes?
Como hemos mencionado anteriormente, las causas que desencadenan la diabetes tipo I son desconocidas.
Sin embargo, la diabetes tipo II está vinculada a algunos factores de riesgo como son la obesidad, una alimentación inadecuada o la falta de actividad física.
Por tanto, llevar una vida saludable (alimentación adecuada y actividad física acorde a nuestras características) puede evitar o retrasar la aparición de la diabetes tipo II.
¿Qué tratamiento tiene la diabetes?
Sin duda, (y especialmente en la diabetes tipo I) el tratamiento y control médico es imprescindible, pero sin olvidar el pilar fundamental de los hábitos saludables: Dieta sana y ejercicio físico.
¿Cómo debe ser la dieta de un paciente diabético?
Como dijimos al principio, la dieta de un paciente diabético, al igual que en las personas sanas ha de ser una dieta equilibrada.
Es decir, en contra de lo que se piensa habitualmente, los hidratos de carbono pueden (y deben) formar parte de la alimentación de una persona diabética, aunque siempre de forma controlada y ajustada a las características individuales. (Tipo de diabetes, medicación, hábitos alimentarios…)
De hecho, las recomendaciones nutricionales en la diabetes indican unas proporciones para los hidratos de carbono muy similares a las del adulto sano (entre 45-60% del total de calorías diarias), siempre procurando que menos del 10% del total sean azúcares simples y que vayan acompañados de fibra.
Es decir, no hay grandes diferencias respecto a las recomendaciones generales para un adulto sano.
En el caso de las grasas, al igual que en el adulto sano, tan importante como no excederse en el aporte de grasa total en la dieta (30-35% del total de calorías), es el tipo de grasa que se ingiere, ya que entre el 10-20% del total debería provenir de grasa monoinsaturada, (aceite de oliva, frutos secos y pescado azul) mientras que la grasa saturada debería aportar en torno al 7-10% y la grasa poliinsaturada (aceite de girasol) menos del 10%.
A diferencia de la población general, en el paciente diabético sí que es importante tener en cuenta la distribución de las ingestas a lo largo del día y la cantidad total y tipo de Hidratos de Carbono ingeridos en cada toma para poder controlar la glucemia, especialmente si es necesaria la administración de insulina.
En estos casos, generalmente, se trabaja por raciones de hidratos de carbono que aportan los alimentos, (1 ración= 10 g de hidratos de carbono) así, por ejemplo, una ración de hidratos de carbono corresponderían a 40 g de arroz cocido, 20 g de pan blanco, 50 g de garbanzos cocidos, 250 g de judías verdes, 50 g de plátano, 100 g de manzana o 200 g de leche.
De esta forma se distribuyen los hidratos de carbono a lo largo del día según la pauta terapéutica marcada por el médico, y también en función de las preferencias y situación particular del paciente. (Si come fuera de casa, si vive solo, si come en el trabajo, si tiene facilidad para hacer un mayor o menor número de ingestas al día…)
También es importante tener en cuenta los productos denominados «aptos para diabéticos» , o «sin azúcares añadidos», ya que en algunos casos contienen fructosa, que aunque no precisa de insulina para ser absorbida, puede metabolizarse en glucosa en nuestro cuerpo.
En el caso de otros productos, como galletas, pasteles, turrones… aunque no contengan glucosa o fructosa, generalmente se elaboran con harinas y/ o leche, por lo que esta cantidad de hidratos de carbono ha de ser tenida en cuenta por los pacientes diabéticos.
Esto no quiere decir que no deban consumirse estos productos, sino que debe tenerse en cuenta la cantidad de hidratos de carbono que pueden aportar para ajustar la distribución que mencionamos anteriormente.
En resumen, una dieta equilibrada y unos hábitos de vida saludables pueden contribuir en el adulto sano a evitar o retrasar la aparición de la diabetes tipo II, mientras que en el paciente diabético es el pilar en el que se apoya el tratamiento médico de esta patología.
Laura González
Dietista de Gastronomía Baska
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