Los países mediterráneos han presentado tradicionalmente mejores cifras de enfermedad cardiovascular que sus vecinos del centro y norte de Europa. El corazón de los ciudadanos más meridionales del continente parecía estar más protegido, sobre todo gracias a una dieta rica en verduras, pescado y aceite de oliva. Sin embargo, las tornas podrían estar cambiando.
De momento, los datos de mortalidad cardiovascular siguen siendo positivos, pero hay otros indicadores que ponen en alerta a los especialistas. El último se ha publicado en la revista Pediatrics y es preocupante porque refleja que los adolescentes de países como España, Italia o Grecia tienen una peor forma física y tasas más altas de obesidad que sus compañeros que viven más al norte.
«Hemos visto que existen unas diferencias claras en el nivel de condición física de los adolescentes y eso es un importante indicador del estado de salud presente y futuro», señala a EL MUNDO Francisco B. Ortega, investigador del Departamento de Educación Física y Deportiva de la Universidad de Granada y principal firmante de este trabajo en el que han colaborado 25 grupos de todo el continente.
El equipo estudió el perfil de 3.528 adolescentes procedentes de 10 ciudades europeas -Atenas y Heraclión (Grecia), Roma (Italia), Dortumund (Alemania), Gante (Bélgica), Lille (Francia), Pécs (Hungría), Viena (Austria), Estocolmo (Suecia) y Zaragoza (España)- y compararon su forma física, su masa corporal y su riesgo cardiometabólico.
Entre otros parámetros, los científicos analizaron la composición corporal de los participantes -cuyas edades oscilaban entre los 12 y los 17 años- y valoraron sus niveles de actividad física gracias a un acelerómetro que los jóvenes tuvieron que llevar en la cintura durante siete días.
Además, también evaluaron su forma física a través de varias pruebas para medir la capacidad cardiorrespiratoria, la fuerza, la velocidad y la agilidad.
Los resultados demostraron que los adolescentes del sur de Europa tenían más sobrepeso y estaban menos en forma que sus vecinos de continente.
La explicación se encuentra en la actividad física, ya que los jóvenes griegos, italianos y españoles eran menos activos y empleaban más tiempo en actividades sedentarias que el resto de los participantes.
Además, también influyen en estos resultados,»los niveles de adiposidad más altos» registrados entre los jóvenes del sur, que permanecían elevados incluso cuando se tuvieron en cuenta otros factores influyentes, como la dieta o factores socioeconómicos.
Pese a todo, los investigadores no encontraron diferencias en otros factores de riesgo cardiometabólico entre los adolescentes estudiados, lo que no significa que no puedan aparecer en el futuro.
«Es posible que las diferencias observadas tengan un efecto en unos años, que ese sedentarismo y peor forma física se reflejen en los niveles de colesterol o hipertensión», subraya Ortega, quien recuerda que esa posibilidad podría conducir a un mayor riesgo de mortalidad y menor esperanza de vida en el sur de Europa.
Según su punto de vista, «antes de ver qué pasa», es el momento de pasar a la acción y «cambiar algunas políticas» para reducir el sedentarismo entre la población. «Un estudio reciente ha demostrado que estamos a la cola de Europa en cuanto a horas lectivas dedicadas a la Educación Física. Cambiar eso es un buen punto de partids porque tendría mucho impacto y afectaría a la totalidad de los estudiantes», subraya.
Es más, su efecto podría ser doble ya que, tal y como recuerda, «hay trabajos recientes que demuestran que el tiempo dedicado a actividades deportivas no solo no se traduce en un empeoramiento del rendimiento en otras disciplinas académicas, sino que contribuye a su mejora».
http://www.elmundo.es/salud/2014/03/27/53332933ca474192368b4580.html

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