El Proyecto LIPIDIET fue fundado en 1999 por un grupo de científicos europeos profundamente involucrados en la investigación de la demencia, principalmente la enfermedad de Alzheimer, cuyo alcance ha ido creciendo con el paso del tiempo.
El objetivo principal de este proyecto internacional fue elaborar una serie de consejos dietéticos para la prevención de la enfermedad de Alzheimer y del deterioro cognitivo que se asocian con las edades más avanzadas. La demencia es una enfermedad compleja que puede depender de múltiples factores que, en conjunto, influyen sobre el riesgo de padecerla durante todo el curso de la vida. Así, por ejemplo, se sabe desde hace tiempo que un aumento del colesterol a mediana edad comporta un riesgo mayor de desarrollar demencia treinta años más tarde. El colesterol aumentaría la producción de los péptidos beta-amiloide, los cuales son el componente principal de las placas amiloides que se observan en el encéfalo de los enfermos de alzhéimer. No obstante, hasta ahora no se sabía con certeza si los cambios en la dieta eran capaces de prevenir la demencia.

«Según los datos obtenidos en este estudio, las personas que tenían una dieta rica en frutas y en verduras, fibra, pescado, grasas insaturadas, que bebieron café, bebidas alcohólicas sólo moderadamente y consumían menos carne, menos grasas saturadas y pocos alimentos con alto contenido de sal o de azúcares tenían menos probabilidades de padecer demencia y enfermedad de Alzheimer.»

Todos estos consejos, realmente, son prácticamente idénticos a los emitidos en su momento por la Organización Mundial de la Salud (OMS), quien ya señaló que este tipo de dieta saludable puede proteger contra la malnutrición en todas sus formas, así como ante las enfermedades crónicas como la diabetes, las enfermedades del corazón, ictus cerebral y cáncer.

Asimismo, estos resultados también sugieren que la ingesta adecuada de algunas vitaminas como la B12, D y E están asociadas con la protección adicional frente a la demencia y el deterioro cognitivo y cerebral. Esto no significa que haya que tomar suplementos vitamínicos de forma obligada, ya que una persona que ingiera una dieta equilibrada y variada podría obtener perfectamente estos nutrientes de forma natural en su dieta cotidiana.
Aún así, hay que reconocer que ciertas deficiencias de vitaminas pueden ser relativamente frecuente en personas mayores o que sufren enfermedades que afectan a la absorción de nutrientes en su aparato digestivo.
Según las recomendaciones de la OMS y de otros organismos de reconocido prestigio, una dieta saludable puede conseguirse fácilmente alimentándose cotidianamente con verduras y frutas. Asimismo, tener una dieta rica en fibra (por ejemplo, cereales integrales: pan, pasta, etc.) sería beneficioso, debiendo reducir los alimentos hechos con harina refinada o ricos en grasas saturadas y azúcar.
Un aspecto básico es leer adecuadamente las etiquetas de los alimentos que se adquieran. y por supuesto eligiendo aquellos productos que contengan la mayor cantidad de grasas monoinsaturadas (como las que contiene el aceite de oliva) y poliinsaturadas, especialmente grasas del tipo omega-3, antes que los que contengan más grasas saturadas.

«Los datos actuales sugieren que las elecciones alimenticias saludables en la mitad de la vida pueden incrementar la posibilidad de mantener una salud cerebral correcta en la vejez. Es cierto: la dieta es sólo una pieza del rompecabezas, pero una pieza esencial…»

Todas las recomendaciones insisten en la importancia de consumir diferentes tipos de pescado al menos dos veces a la semana (¡ojo!, que no sea salado) y en limitar el consumo de sal (menos 5 g/día). Hay que recordar que, según la OMS, en muchos países la mayoría de la ingesta dietética de sal proviene de los alimentos procesados (p.ej. platos preparadas, carnes procesadas como tocino, jamón y salami, queso y aperitivos salados) o de otros alimentos elaborados con sal e ingeridos en grandes cantidades (por ejemplo el pan). También se añade sal a los alimentos durante la cocción y la contienen diferentes condimentos y caldos y salsas (por ejemplo cubitos de caldo, salsa de soja y salsa de pescado).
También es importante no agregar voluntariamente sal o salsas con mucha sal a las comidas y limitar el consumo de los aperitivos salados.
En resumen, los resultados del proyecto LIPIDIDIET subrayan la importancia de los estilos de vida y en especial de la dieta en adultos en edades medianas ya que, cuando son incorrectos, pueden aumentar el riesgo de desarrollar demencia en edades avanzadas. Sin embargo, las elecciones de alimentos adecuados pueden actuar en forma inversa previniéndola.
Precisamente, el hecho de que existan varios factores de riesgo modificables para prevenir la demencia crea una oportunidad sensacional que podemos utilizar de forma sencilla y eficaz.
Fuente: Fundación Alimentación Saludable
Fotografía: Fundación Alimentación Saludable
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