El azúcar, la llamada la «droga del siglo XXI» es necesaria para el organismo. El problema, es que nuestros paladares se han ido progresivamente acostumbrando a sabores más dulces. Lo dice la endocrinóloga Susana Monereo, de la Unidad de Endocrinología y Nutrición del Hospital Universitario Gregorio Marañón. «No hay alimentos buenos ni malos; el problema es cómo y cuánto los consumimos». El azúcar no es mala, «lo perjudicial es tomar mucha azúcar, más de lo recomendado». Y lo recomendado son 30-40 gramos al día, mucho menos de lo que consumimos diariamente. Haga usted la prueba: café o infusión en el desayuno, galletas o bollos o algún zumo. La suma, dice la experta, sería 120 o 140 gramos, «¡casi tres veces más de lo recomendado!».
Por eso, no se trata de enfrentar al azúcar con los edulcorantes –sustancias que endulzan pero con menos calorías-. El problema, dice Monereo, es el mismo si consumimos demasiadas cantidades de edulcorantes, algo que cada vez puede estar ocurriendo más ya que se incluyen en muchos más alimentos de lo que creemos.
En cualquier caso, dice la experta, los edulcorantes son una muy buena opción para aquellas personas que «quieren seguir disfrutando de sabores dulces pero sin consumir tantas calorías». Son, afirma, «un buenos sustitutivos del azúcar». Los más habituales son:

De origen natural

De origen natural, como la stevia o estevia o la sucralosa. La estevia , explica Monereo, procede de una planta de su mismo nombre y se consume habitualmente. Muchos de los usos de la estevia son conocidos, como edulcorante de mesa, en bebidas, en pastelería, en dulces, en confituras, en mermeladas, en yogures, en chicles, entre otros.
En cuanto a la sucralosa, un derivado de la sacarosa que es aproximadamente 6 veces más dulce que el azúcar. Sin embargo, algunos estudios han sugerido su relación con algunos tumores, en animales. Y, dice Monereo, siempre en cantidades muy elevadas, «muy por encima de lo que sería un consumo en humanos».

De origen artificial

Los más conocidos, señala la experta, son la sacarina, el aspartato y el ciclamato. Los tres son edulcorantes artificiales, pero no son iguales.
La sacarina es uno de los educolrantes más antiguos que existen y se denomina en la industria alimentaria con las siglas E-954. Se puede emplear en bebidas instantáneas o refrescantes, zumos, productos lácteos, dulces, repostería, conservas, helados, chocolate, pasta de dientes, gelatinas o productos farmacéuticos.
Otro edulcorante que consumimos bajo el nombre de sacarina es el aspartamo, un polvo blanco e inodoro con un poder endulzante 200 veces mayor que el azúcar. Resalta e intensifica los sabores, especialmente de los cítricos y de varias frutas. Se usa sobre todo en bebidas refrescantes, bebidas no carbonatadas, postres, cremas pasteleras, edulcorantes de mesa en polvo o en pastillas, chicles, postres helados, cereales para el desayuno, repostería, refrescos en polvo o caramelos de menta entre otros.
El ciclamato es otro edulcorante que se encuentra en numerosos productos, especialmente en combinación con otros endulzantes bajos en calorías. Sus usos más comunes son como edulcorante de mesa, en bebidas instantáneas, en confituras, mermeladas, postres, gelatinas, frutas en conserva, batidos, productos lácteos o productos farmacéuticos entre otros. El ciclamato suele acompañar a la sacarina para potenciar el sabor de ambos compuestos.
Otros edulcorantes son el orbitol y el silitos, muy habituales en los caramelos y chicles sin azúcar, señala la experta, que se asocian con cuando se consumen en grandes cantidades con diarrea.
En cualquier caso, concluye Monereo, «la elección final depende del consumidor, porque cada uno de ellos tiene un sabor especial. Pero recuerde, consuma siempre las cantidades recomendadas»
Foto:  Fotolia
http://www.abc.es/salud/noticias/20140330/abci-edulcorante-azucar-201403281443.html

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