Digestiones pesadas, ardor de estómago, estreñimiento, hinchazón, flatulencias… Nuestro sistema digestivo no siempre responde como nos gustaría y puede influir negativamente sobre nuestro bienestar y estado de ánimo. Pero también se produce el fenómeno inverso: las emociones alteran las funciones digestivas. Y es que el estrés, la ansiedad, la tristeza, la excitación o el enfado son factores de riesgo para desarrollar patologías tan serias como el Síndrome de Intestino Irritable. La doctora Irina Matveikova, especialista en Endocrinología y Nutrición Clínica, y en medicinas naturales y fitomedicina, y autora de ‘Inteligencia digestiva’ (La Esfera de los Libros, 2011), nos explica la estrecha relación entre emoción y digestión, y nos anima a no considerar la ‘sensibilidad digestiva como una cadena perpetua’ y a cuidar nuestra alimentación y desintoxicar nuestro organismo, para mejorar así nuestra calidad de vida.

Digestión, SII, toxinas y emociones

En algún momento de la vida todos hemos experimentado situaciones en las que es más fácil apreciar el vínculo que existe entre el estado emocional y el estómago. Tal y como explica en el capítulo ‘Las emociones y el estómago’, la tensión nos provoca ‘un nudo en el estómago’, o sentimos ‘un vacío’ ante la frustración y la pena. ¿Es posible entonces que un trastorno emocional se pueda somatizar hasta el punto de originar una úlcera de estómago?

Hay muchas enfermedades funcionales y psicosomáticas, es decir, son los estados de mal funcionamiento de algún órgano o sistema causado por trastornos psico-emocionales. Es una somatización y una manifestación física y fisiológica de las emociones y las tensiones. El Síndrome de Intestino Irritable es un buen ejemplo de una enfermedad funcional psicosomática que se trata en gran medida por los psicólogos.
En cuanto a tu pregunta, sí, se puede decir que uno puede alterar tan fuertemente su función estomacal que se desarrolle una úlcera gástrica. De hecho, todos los médicos sabemos que las características generales y más comunes de los pacientes con úlcera gástrica son: edad joven, exigencia, estrés, hiperactividad e hiper responsabilidad, control… Aunque existen excepciones como en todo.
Pero igual quiero aclarar que el camino de la influencia emocional en nuestro sistema digestivo no es tan directo. La ansiedad, el estrés y la neurosis pueden alterar y perjudicar durante un tiempo prolongado la producción de ácido clorhídrico del estómago, la defensa, la microflora y los procesos enzimáticos digestivos, y eso sin que se produzcan grandes cambios anatómicos, pero con las sensaciones desagradables de dolor y malestar, hasta que un día el sistema no puede compensar y resistir a la “agresión” y desarrolla una lesión en sus tejidos.

Conozco a una madre cuyo bebé estuvo a punto de ahogarse porque regurgitó la papilla al acostarlo boca arriba. Por suerte, miró al bebé antes de salir de la habitación, y lo puso boca abajo para que expulsara el líquido y pudiese respirar. En cuanto el bebé se recuperó, la madre tuvo que ir urgentemente al baño porque tenía diarrea. ¿Cómo es posible que el intervalo de tiempo entre el estímulo y la respuesta del organismo sea tan breve?

Las situaciones extremas del miedo y el trauma emocional provocan una liberación masiva de diversas sustancias químicas, mediadores, hormonas, neurotransmisores, etcétera que alertan a todo el cuerpo de esta situación emocional aguda. Como en el intestino producimos y almacenamos muchas de estas sustancias químicas anteriormente mencionadas, su liberación excesiva y urgente desencadena reacciones enzimáticas digestivas y movimientos musculares intestinales muy rápidos.

Usted asegura que es erróneo asumir que nuestra digestión es ‘delicada’ y que, en realidad, se trata de una situación provocada por unos hábitos dietéticos inadecuados y continuados en el tiempo que se puede solucionar con una ‘puesta a punto digestiva’. ¿En qué consiste esto exactamente? ¿es un tratamiento estándar, o depende de las características personales?

Como comento en mi libro uno puede tener esa delicadeza y cierta fragilidad de su sistema digestivo debido a ciertos antecedentes de salud, a enfermedades recurrentes en la infancia, al consumo prolongado de fármacos y a los malos hábitos alimentarios. Lo que quiero transmitir es que se trata de un estado de salud delicado adquirido y transitorio que se puede re-educar. Intento animar a la gente a que no considere su sensibilidad digestiva como una cadena perpetua, asumiendo una menor calidad de su vida y de su alimentación sin luchar ni intentar cambiarlo. Cada individuo es un mundo y prefiero tratar al paciente y no a su enfermedad, y menos sus síntomas, por eso no creo en un ‘tratamiento estándar’. Propongo unas recomendaciones generales para limpiar y desintoxicar su cuerpo, pero a cada uno con su toque personalizado y con un profesional como guía. Eso sería lo ideal.

Aunque los síntomas sean digestivos, el síndrome del colon irritable se considera un problema de origen psicológico, en el que el estrés y los trastornos emocionales juegan un papel esencial. ¿Sería apropiado ofrecer a estos pacientes una terapia que integrara la atención psicológica y unos hábitos dietéticos personalizados de acuerdo a sus necesidades y características propias?

Absolutamente correcto. La mejor ayuda para los pacientes con SII es un trabajo profundo de equipo entre un psicólogo o un psicoterapeuta y un especialista en Nutrición. Lo nuevo que propongo es, en primer lugar, después de muchos años de una irritación localizada, ayudar a desinflamar y regenerar las mucosas digestivas a través de las limpiezas, equilibrar la microflora intestinal con altas dosis de probióticos, y excluir todos aquellos alimentos que provocan intolerancia en el paciente y, ya preparado con una dieta personalizada, derivarlo a un psicólogo.

Me ha sorprendido que una experta en nutrición y aparato digestivo insista en la importancia de la salud mental y en acudir a un especialista para tratar los trastornos psicológicos cuando sea necesario. ¿Cree que si controlásemos mejor nuestras emociones podríamos prevenir las alteraciones digestivas?

No tratamos enfermedades sino a los pacientes, y cada uno es un mundo con sus historias, emociones y problemas personales. En el sistema digestivo con su sistema nervioso entérico (el segundo cerebro) acumulamos muchas  emociones no expresadas o problemas no solucionados, y para un médico es imprescindible entender este proceso para poder tratar a su paciente adecuadamente. En España, en particular, no es común pedir ayuda a un psicólogo en cuanto vives una situación de estrés excesivo o ante la presencia de tensiones emocionales que no se puedan controlar, y menos en cuanto lo somatizas en forma de problemas digestivos o compulsiones hacia la comida. Sin embargo, ir a ver a un endocrino o a un especialista de Nutrición o del aparato digestivo es más habitual. Casi todos los pacientes que veo en mi clínica de alguna manera viven una relación “de amor y odio” con las comidas o sienten miedo frente a su rebeldía digestiva. Hay que entenderles y ayudarles también desde un enfoque psicoterapéutico.

Leyendo el libro te das cuenta de que somos una auténtica fábrica de sustancias tóxicas, y que no es difícil que resultemos autointoxicados por nuestros propios residuos. Usted se refiere a esta intoxicación como ‘toxemia intestinal’, ¿qué medidas podemos tomar para evitar o revertir este proceso?

Las razones principales por las cuales acumulamos las toxinas producidas en el colon son, entre otras:

  • Tránsito intestinal lento (estreñimiento, diverticulosis…).
  • Un desequilibrio de la ecología digestiva (la disbiosis).
  • Una dieta no adecuada para la salud digestiva.
  • El abuso de fármacos y otras sustancias.
  • Un comportamiento patológico relacionado con las comidas (atracones, comidas rápidas,  falta de masticación, adicciones alimentarias…).
  • Y, como todos sabemos, el sobrepeso, el estilo de vida sedentario y  la sobrealimentación, pues comemos más de lo que necesitamos y no lo gastamos del todo.

Curiosamente, los alimentos consumidos en exceso constituyen la fuente principal  de toxinas (incluso los alimentos naturales y sanos consumidos en exceso pueden ser una fuente de intoxicación), por eso hay que adaptar nuestro consumo a nuestras necesidades orgánicas. Mientras los alimentos que tomamos estén adaptados a nuestra capacidad digestiva, combustiva y eliminatoria, no se producirá una acumulación indeseable de toxinas, que provoquen a su vez el desarrollo de enfermedades.

Estreñimiento y cáncer de colon

El estreñimiento y los gases son una auténtica pesadilla para muchas mujeres, y seguramente por eso solemos ser las protagonistas de los anuncios que proclaman las bondades de yogures y laxantes para combatir estos trastornos. ¿Por qué las mujeres somos más propensas a padecer estreñimiento?

Las mujeres viven las fluctuaciones cíclicas de sus niveles hormonales que influyen en casi todo el cuerpo, y el sistema digestivo no es una excepción: muchas solemos sentir una hinchazón antes de menstruar, un cambio brusco en la motilidad de los músculos intestinales -un cierto estreñimiento unos días previos a la regla, que se puede convertir en una diarrea (casi) en el primer día de la menstruación-; el ciclo nos cambia el ánimo y las emociones afectan a la conducta digestiva (y esta situación estresa a ambos cerebros). Las mujeres que padecen el síndrome premenstrual se desesperan por el chocolate y los hidratos. Añadimos la experiencia del embarazo, las hemorroides…
Creo que mucho depende también de la actitud y del carácter de la mujer que, generalmente, suele estar mas preocupada (aunque no siempre hace falta) por controlar, ponerse a cargo de varias cosas y tareas a la vez (lo que supone una distracción respecto a sí misma), es muy sensible frente a todos los cambios: del horario, del trabajo, de la alimentación…; la mujer puede con mayor facilidad suprimir e ignorar sus reflejos básicos fisiológicos y las señales de la tripa en favor de alguna tarea exterior. También hay que asumir que las mujeres suelen ser más sedentarias y utilizan fármacos con mayor frecuencia.

¿Es el estreñimiento crónico un factor de riesgo del cáncer de colon?

Sí, es cierto, y creo que si nosotros, los médicos, pudiéramos hablar sobre el cáncer de colon de forma más clara y abierta e informar al paciente, eso ayudaría a prevenir el desarrollo de esta enfermedad.
El estreñimiento es un factor de riesgo para el desarrollo del cáncer de colon; sin embargo, uno puede vivir años y décadas padeciendo de un estreñimiento grave y abusando de los laxantes sin presentar  síntoma alguno. Pueden pasar muchos años hasta que se desarrollen los pólipos en el colon y después puedan llegar a convertirse en malignos. Por eso últimamente los médicos recomiendan realizar una colonoscopia a toda persona mayor de 50 años y que tenga antecedentes de un tránsito intestinal lento. También es cierto que hay cierta predisposición en aquellas familias que presentan una historia de cáncer de colon, pues suelen tener mutaciones celulares predeterminadas.
Es importante entender que el estreñimiento crónico es una toxemia (trastorno del organismo causado por la presencia de toxinas en la sangre) que puede promover el desarrollo de cualquier cáncer, no solamente de colon, y de otras enfermedades degenerativas.

¿Puede explicar brevemente en qué consiste la hidroterapia de colon y por qué recomienda hacerla con regularidad?

La Hidroterapia de colon (HTC) es una herramienta moderna y cómoda creada para limpiar en forma muy profunda y desintoxicar el intestino grueso. Es “un enema sofisticada” y un método monitorizado que permite, mediante unos llenados y vaciados continuos con agua destilada, despegar de las paredes intestinales las toxicidades comprimidas y acumuladas (se puede comparar con el depósito de cal de las tuberías, si se quiere), ayuda a descamar la  mucosidad excesiva (como si se tratara de un peeling suave) y mejora significativamente la microflora intestinal y la función muscular del colon. La información bien detallada sobre los beneficios y efectos de la HTC se pueden encontrar en nuestra página web: www.hidroterapiadecolonmadrid.com

Cuando habla de la infección por Helicobacter pylori explica que puede pasar desapercibida por no presentar síntomas. De hecho, parece que la acidez de estómago es el único signo apreciable, pero, ¿siempre que existe acidez, aunque sean brotes espaciados en el tiempo, significa que se tiene la bacteria?

Algunos datos epidemiológicos reflejan que casi el 70% de la población adulta tiene presente en su estómago el Helicobacter pylori. Es una infección muy común y muy contagiosa y que cuando persiste muchos años puede provocar unas complicaciones de la salud digestiva importantes. La acidez es un síntoma frecuente pero, es cierto, que la infección puede transcurrir muchos años como asintomática y los pacientes la descubren por tener una afonía, o tos crónica, o faringitis, o infecciones respiratorias recurrentes, o halitosis y sangrados de las encías. Suena insólito pero es verdad. Tengo docenas de ejemplos de pacientes que al diagnosticarles, tratarles y llegar a erradicarles su H. pylori no necesitan volver a verme por no volver a presentar molestias ni problema alguno.

Dado que el Helicobacter pylori es una infección contagiosa que se puede adquirir en cualquier momento, ¿sería conveniente que la población general se realizase revisiones periódicas para comprobar si la tiene?

Como la infección es tan común y su diagnóstico es muy fácil yo lo aplicaría a todos. El grupo de riesgo para esta infección son gente muy joven, y es importante no ignorarles por su edad y no juzgarles, sino realizar el diagnóstico y tratarles si es necesario. Actualmente los médicos poseemos tantas herramientas diagnósticas complicadas que nos olvidamos de lo básico y lo sencillo…

En el libro afirma que el reflujo crónico mal tratado puede causar la muerte. Sin embargo, hay personas que llevan años con este problema y necesitan tomar antiácidos a diario porque el trastorno no remite. ¿Qué consecuencias puede acarrear esto? ¿Deberían buscar otra solución?

Exactamente a eso se dedica el libro y el capitulo sobre el reflujo en particular. Procuro que los pacientes no tomen el diagnóstico de reflujo gastroesofágico como algo fijo, inalterable y para siempre, que requiere una toma de medicamentos de por vida. Hay que explicar muy bien de qué se trata el reflujo, qué riesgos supone.
En general, es necesario tomar los medicamentos específicos para disminuir temporalmente la agresión de la acidez gástrica frente a la mucosa del esófago y calmar la inflamación y la irritación. Pero mientras estés bajo tratamiento tienes que disminuir el peso de manera definitiva, cambiar tu alimentación, y aprender sobre los ejercicios y las terapias que ayuden a recuperar/controlar tu salud digestiva. Si después de todos estos esfuerzos, el reflujo y la debilidad del cardias persiste, prefiero considerar y valorar una intervención plástica frente a una medicación continua. Repito, solamente cuando el paciente realmente ha cumplido con los tratamientos alternativos y ha marcado cambios en su estilo de vida.

Las expresiones que menciona en el capítulo dedicado al hígado, “estar lleno de bilis” o “soltar bilis”, que equiparan esta sustancia al veneno, hacen pensar que acumularla en el organismo no debe ser muy saludable. ¿Hay algún signo que indique que necesitamos una limpieza hepática? ¿Deberíamos hacérnosla aunque no tengamos molestias digestivas?

Desde los tiempos de Hipócrates, los médicos utilizaban la palabra ‘melancolía’ para describir la hipocondría, la depresión y los trastornos anímicos. Melancolía en latino significa ‘bilis negra’. Hipócrates trataba los síntomas mencionados anteriormente mediante un drenaje de la bilis y una estimulación hepática. Producimos hasta un litro de bilis por día en nuestro hígado, y la concentramos y acumulamos (unos 300 ml) en la vesícula biliar. La bilis tiene que fluir y ser expulsada para una buena digestión, una desinfección digestiva y un tránsito intestinal adecuado. Y desde un enfoque alternativo de las medicinas orientales la bilis tiene que fluir para que fluya la energía y exista un bienestar mental y físico. Hay que cuidar y ayudar al hígado sin esperar a los síntomas. El futuro de la medicina está en prevenir.

Y las personas que padecen hígado graso, ¿deberían limpiar su hígado regularmente como parte del tratamiento?

Sin duda alguna. Es necesario consultar antes con un profesional de la medicina holística para personalizar su limpieza y el cuidado hepático.

Entrevista realizada por Eva Salabert
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