En la adolescencia se consolidan los hábitos adquiridos durante la infancia. Y los alimentarios han de ir en cabeza. Los niños han tenido que probar todo tipo de alimentos, acordes a la madurez de su aparato digestivo, evitando en lo posible la negativa a probar nuevos nutrientes y teniendo siempre bien presente que las aversiones alimentarias se adquieren, fundamentalmente, entre los 6 y los 12 años.
Actualmente, se están imponiendo nuevas formas de alimentación, que intentan desplazar a la cocina tradicional, con guisos y pucheros de lenta condimentación. La estructura y ritualización de las comidas parece perder sus orígenes.
Para prevenir los trastornos de la alimentación que inciden especialmente en la etapa adolescente, deben elogiarse los patrones correctos de conducta alimentaria, como pueden ser la práctica estricta de las tres comidas diarias y probar todo tipo de alimentos. Así como el hambre es un instinto, innato y orgánico, el apetito es adquirido y cultural. Disfrutar de una buena mesa, comiendo lenta y reposadamente, saboreando los condimentos es un signo de cultura.
Dieta transoceánica
Desde hace unos años ha aumentado claramente el número de jóvenes que se cuestionan la bondad de la dieta mediterránea y valoran más los productos importados de Estados Unidos. El hecho es que, a partir de consideraciones diversas excluyen de su dieta alimentos de consumo habitual y al mismo tiempo incluyen otros denominados de “comida rápida”. Además, los cánones de belleza actuales establecen la delgadez como máxima de hermosura, lo que provoca el dramático aumento de la anorexia. De entrada, el diagnóstico de obesidad no ha de establecerse únicamente con la báscula, dado que un peso elevado puede ser resultado de una constitución muscular y ósea importante. Ya la definición de obesidad es compleja. El concepto de peso ideal tiene su origen en tablas, basadas en datos de la población en general, lo que significa que aquellas no deben ser interpretadas de manera rígida, sino que sólo deben tomarse como guías orientativas.
Durante la adolescencia se establecen muchos de los hábitos que luego continuarán a lo largo de la vida y, por tanto, se trata de una edad crucial para la promoción de la correcta nutrición.
La adolescencia, como etapa de maduración de la mente y del cuerpo, requiere de una buena nutrición. Si se entiende adolescencia como sinónimo de formación, se puede decir que la “adolescencia ósea” termina a los 25 años, pues hasta esta edad el esqueleto continúa su crecimiento. Para conseguir una buena despensa de todos los nutrientes necesarios para conseguir un esqueleto bien desarrollado y una mente capaz de soportar el estrés y pasar con buena nota los exámenes.

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