Bebida refrescante y típica del verano en toda España, incluye entre sus ingredientes, además del vino, la fruta picada (pulpas o cáscaras), un endulzante y algún licor.
Se tiene noticia de su consumo en España a principios del siglo XIX, también denominada limonada de vino, y posteriormente, debido a la masiva inmigración española a América desde mediados del siglo XIX, se extendió por América, sobre todo en Argentina y Paraguay.
Hay múltiples versiones de sangría. Tradicionalmente el vino utilizado es el tinto producido en La Rioja, pero los catalanes prefieren los vinos blancos o rosados. También se puede hacer con cava, sidra o champán.
La fruta que se incluye en la elaboración de la sangría varía asimismo de un sitio a otro. Se puede utilizar, además de las naranjas y limones, sólo melocotones o añadir al gusto manzanas, piña, kiwi, fresas, frutos del bosque, mango, cerezas… Una vez cortadas y añadidas, es recomendable el reposo, por lo que hay que hacerla un día antes de consumirla, para que las frutas marinen en el vino durante la noche y hacer que tome sus sabores. El azúcar se echará al día siguiente.
Algunos agregan ron o brandy, otros añaden especias como el clavo, la vainilla o la canela.
La sangría contiene todas las propiedades y beneficios del vino tinto y antioxidantes, sin olvidar la vitamina C de las frutas. Además, ayuda a la digestión de las proteínas y tiene efectos positivos para el sistema cardiovascular. Únicamente hay que tener cuidado con el azúcar y las calorías.
Es una bebida exclusiva para personas adultas que debe consumirse con moderación.
 
 

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